A pesar de que los biocombustibles se presentan como una posible alternativa a los combustibles fósiles, presentan algunos problemas que hay que tener en cuenta. Ahora, la revista Science publica un estudio que propone un modelo que simula cambios económicos y ambientales para predecir los efectos indirectos, en términos de uso de la tierra, del cultivo de cosechas para biocombustibles celulósicos. Este tipo de cultivos se consideran actualmente una mejor alternativa que el maíz o la soja, porque no necesitan fertilizantes ni dependen de los precios globales de los alimentos.
El problema de los biocombustibles, como señalan los investigadores estadounidenses, es que la cantidad de tierra para cultivar cosechas es finita y limitada. Si los cultivos de biocombustibles reemplazan a las cosechas alimenticias en las tierras agrícolas, esto provocará una destrucción de tierra boscosa para cultivar alimentos que a su vez liberará considerable carbono del suelo. Además, el uso de fertilizante para sostener el cultivo de estas nuevas cosechas liberará importantes cantidades de óxido nitroso. Así, los autores proponen adoptar una política global de emisiones de gases invernadero que proteja los bosques y fomente mejores prácticas para el uso de fertilizante de nitrógeno, para reducir así las emisiones asociadas con la producción de biocombustibles.