En los años '60 el aumento de la producción agrícola con técnicas de producción modernas (selección genética, explotación intensiva de monocultivos, y uso masivo de fertilizantes, pesticidas y herbicidas), la llamada 'revolución verde', limitó las emisiones de gases de efecto invernadero, a pesar de ser un modelo agrícola con más fuentes emisoras de CO2. Investigadores estadounidenses afirman que desde 1961 los mayores rendimientos por hectárea han evitado que lleguen a la atmósfera unos 600.000 millones de toneladas de CO2, a pesar de ser una de las mayores fuentes emisoras de CO2. Así lo confirman investigadores estadounidenses que demuestran que dede 1961 los mayores rendimientos por hectárea han evitado que lleguen a la atmósfera unos 600.000 millones de toneladas de CO2.