Muchos organismos vivos utilizan los cambios de temperatura para sincronizar sus ritmos circadianos con el movimiento del Sol a través del cielo, pero no los mamíferos. Una investigación que hoy publica la revista Science muestra que la resistencia a la temperatura es una propiedad única del reloj circadiano del cerebro de los mamíferos, y que esta propiedad puede ayudar a sincronizar los relojes circadianos en otros tejidos como los pulmones y el hígado. “En los mamíferos, un ‘reloj maestro’ que se encuentra en el núcleo supraquiasmático (SCN) del hipotálamo mantiene sincronizados los ‘relojes periféricos’ de los tejidos y órganos de todo el cuerpo, pero el mecanismo por el que consigue esa sincronización todavía es poco conocido”, explixa Ethan Buhr, autor del estudio e investigador de la Universidad de Washington (EE UU). Junto a un equipo interdisciplinar, el científico encontró en ratones genéticamente modificados (que expresan una proteína bioluminiscente) que a pesar de que los relojes periféricos pueden ser reestablecidos por la temperatura, el reloj principal en el SCN es resistente a los efectos de la temperatura.