Durante los últimos 15 años se ha ido formando un abombamiento en la superficie del océano Ártico debido a la acumulación de grandes cantidades de agua dulce. Así lo recoge un estudio realizado por investigadores británicos con datos facilitados por los satélites de la Agencia Espacial Europea (ESA). Si la dirección del viento cambiara, el agua dulce podría dirigirse al océano Atlántico, cambiar las corrientes y enfriar Europa.