La ola de extremo calor que asoló los territorios de Europa occidental en el verano de 2003 fue signo científico evidente del cambio que está sufriendo el clima. Ahora, investigadores de la Universidad del País Vasco han estudiado las respuestas a la canícula de los árboles y arbustos mediterráneos y atlánticos de la Península Ibérica para concluir que los segundos son los que sufrirán más con el aumento de las temperaturas.