El análisis con rayos X de la calavera de Victoriaphitecus maccinesi, el fósil más antiguo de los monos del Viejo Mundo, revela que esta especie tenía un cerebro pequeño pero más complejo de lo que se creía, especialmente por el tamaño de su bulbo olfativo. Este hallazgo refuerza la hipótesis de que el cerebro de los primates primero aumentó su complejidad y luego su tamaño.