Los días 24 y 25 de octubre de 1870 los efectos de una gran tormenta solar permitieron observar auroras boreales en el sur de Europa. Ahora, un equipo de investigadores hispano-portugués ha analizado la información que recogieron los periódicos y los observatorios geomagnéticos de la época sobre aquel “evento de tiempo espacial” extremo, que en el caso de que volviera a suceder, pondría en peligro a satélites, naves espaciales y astronautas.