La larva del gusano de seda se utiliza como biorreactor para producir proteínas de interés terapéutico; con la proteína pegajosa que envuelve al hilo (sericina) y el aceite de la crisálida se elaboran cremas con propiedades cicatrizantes y regenerantes, y con la proteína que constituye la seda (fibroína) se fabrican armazones donde sembrar células madre que reconstruyan tejido óseo o piel.