El azafrán español es uno de los mejores del mundo, pero la mayor parte del etiquetado y exportado como tal procede de otros países. Científicos checos y españoles lo han comprobado tras analizar 44 productos comerciales. Mediante una nueva técnica, basada en la ‘huella dactilar’ química propia de cada tipo de azafrán, han demostrado que más del 50 % de las muestras eran fraudulentas.