Un equipo de investigadores demuestra, en las páginas de Nature, cómo algunas de las criaturas acuáticas más pequeñas tienen un impacto enorme en la mezcla de aguas oceánicas, el proceso por el cual varias capas de agua interactúan entre sí para distribuir el calor, nutrientes, y gases a lo largo de los océanos.
Hasta ahora, los científicos consideraban que los animales no influían de forma significativa en este proceso, motivado más bien por el viento y las mareas. Sin embargo, Kakani Katija y John Dabiri, del Instituto de Tecnología de California, echaron mano de una teoría de Sir Charles Darwin, nieto del famoso biólogo, por la cual un organismo arrastra el agua que le rodea cuando se mueve, para comprobar el papel de los animales. Basándose en el mecanismo de Darwin, elaboraron un modelo matemático para predecir qué ocurriría si varias criaturas acuáticas se mueven a la vez; si, al mover las corrientes de agua con ellas, ese movimiento influiría en la mezcla de aguas oceánicas. Para su sorpresa, descubrieron que la viscosidad del agua aumenta el mecanismo de Darwin y que sus efectos se magnifican cuando se trata de criaturas pequeñas.
Para comprobar su teoría, los investigadores viajaron a la isla de Palau, en el Océano Pacífico, donde estudiaron este fenómeno con medusas. Gracias a la coloración, con un tinte fluorescente, del agua en la que nadaban las medusas, pudieron ver que al nadar, los animales transportan el agua fría del interior del océano hacia arriba, y que este movimiento provoca, efectivamente, una mezcla de las aguas oceánicas.