Las rocas ‘navegantes’ del Valle de la Muerte en California son famosas por moverse aparentemente solas, pero el fenómeno no es exclusivo de ese desierto norteamericano. También ocurre en España, en la laguna manchega del Altillo Chica. Investigadores de la Universidad Complutense de Madrid han observado que el viento de las tormentas invernales genera unas corrientes que pueden empujar a las piedras sobre tapices microbianos. Después, cuando se retira el agua, queda el enigmático rastro sobre el fondo seco de la laguna.