El 29 de septiembre de 1920, los grandes almacenes Joseph Horne de Pittsburg pusieron a la venta unos receptores de radio que podían captar la frecuencia de emisoras locales. Este hecho, aparentemente tan anodino, suponía en realidad toda una revolución: hasta entonces, los receptores de radio sólo se podían adquirir por piezas y era el usuario quien tenía que armarlos. La venta de estos aparatos ya montados facilitó enormemente el acceso a todo tipo de oyentes, y puso las bases para la creación de una audiencia radiofónica. En poco tiempo, se comenzaron a otorgar licencias comerciales para emitir en radio y tres años más tarde, existían 556 emisoras comerciales de radio y se vendieron medio millón de receptores.