La venus atrapamoscas (Dionaea muscipula) no es una planta cualquiera. Necesita a los insectos como alimento para sobrevivir a un suelo pobre en nutrientes. Un estudio publicado en Current Biology muestra con detalle cómo actúa ante la llegada de sus presas: cuenta las veces que un insecto se acerca y la toca para capturarlo mejor.
Rainer Hedrich, de la Universidad Würzburg (Alemania), y su equipo –que están secuenciando su genoma para entender mejor su sistema sensorial– hicieron pensar a la planta carnívora que se le posaban insectos, y en su lugar se la sometió a estímulos mecanoeléctricos. Un roce en sus pelos sensitivos es suficiente para generar una respuesta y activar la trampa, pero no atrapa enseguida a su presa. En los siguientes contactos, la venus produce una hormona de contacto y en la superficie de la trampa se generan enzimas digestivas para absorber nutrientes, “una espiral mortal de captura y desintegración”, según Hedrich.
“Esto le permite hacer balance de los costes y beneficios de la caza, ya que con el número de acciones se informa sobre el tamaño y el contenido de nutrientes de su presa”, asegura el científico.