La epidemia de cólera en Haití se extiende a otros lugares. Si ayer se detectó el primer caso en República Dominicana ahora ha aparecido otro en Estados Unidos. Mientras, los haitianos siguen protestando con violentas manifestaciones que han dejado tres fallecidos. A las puertas de los hospitales, ni con plegarias consiguen despertar de la pesadilla del cólera que dura y va a durar demasiado. En un mes la cifra ha rebasado ya la barrera de los mil fallecidos; 1.110 según el último balance que, como todos, se queda corto al minuto. También el de infectados. Hay unos 18.400 y dos de ellos fuera de las fronteras haitianas. Los laboratorios han confirmado el contagio de una mujer residente en Florida, Estados Unidos y de un albañil que vive y trabaja en la República Dominicana. Ambos son de origen haitiano, volvían de visitar a sus familias y están hospitalizados, pero en buen estado. No parece que en los dos países vayan a padecer un brote porque el cólera, si se trata a tiempo, se puede curar fácilmente hidratándose. Por eso España ha enviado ya a Haití 88 millones de pastillas potabilizadoras. Porque el país es la estampa de la precariedad y ahora aún cuesta más acceder a los médicos con las calles bloqueadas con fuego y trincheras. Algunos haitiaos, convencidos de que el cólera lo han traído las fuerzas de la ONU desde Nepal, se han enfrentado a los soldados con piedras e incluso pistolas y lo que han conseguido es añadir a su desdicha al menos tres muertos y unos 30 heridos más.
