Observaciones con un telescopio astronómico de muy baja frecuencia han permitido saber más sobre la vida pasada de la supernova 1987A, la que fue la más cercana y brillante que se apreció desde la Tierra.
"Tal como la excavación y el estudio de las ruinas antiguas permiten conocer sobre la vida de las civilizaciones pasadas, las observaciones de radio de baja frecuencia son como una ventana por la que mirar la vida de la estrella", comentó Joseph Callingham, uno de los investigadores.
Las ruinas cósmicas dejadas a raíz de su colapso en 1987 permitieron observar hace tiempo el 0,1% de los 20.000 años de vida de esta estrella. Sin embargo, esta investigación internacional ha permitido apreciar la larga fase de supergigante roja de esta estrella, y no solo la fase final de supergigante azul que detallaban los estudios previos.
Los investigadores descubrieron que la supergigante roja perdió su materia a un ritmo más lento y generó vientos de menos velocidad de lo que previamente se creía.