El manto litosférico actual de la Península Ibérica, situado entre los 30 y los 150 kilómetros de profundidad, nació hace 290 millones de años por los movimientos de las placas tectónicas que tuvieron lugar en aquel momento, cuando el territorio actual de España y Portugal ocupaba el centro de Pangea. Un equipo internacional demuestra esta teoría en la revista Geology.