El entorno del Lago Victoria no fue un obstáculo para la expansión de la ganadería hacia el sur de África. Hasta ahora se pensaba que hace algunos milenios esta zona era un ecosistema húmedo y boscoso infectado por la mosca tse-tsé, transmisora de la enfermedad del sueño, y que esto habría sido una barrera infranqueable. Fósiles de dientes de animales de hace 2.000 años revelan que en realidad fue una zona de pastos.