Astrónomos del Instituto de Astrofísica de Andalucía han analizado la señal de un compuesto detectado hace pocos meses en la atmósfera de Titán y desvelan la existencia de grandes cantidades de hidrocarburos aromáticos policíclicos. Estos compuestos, generados en la alta atmósfera, descienden a cotas más bajas y constituyen la neblina que recubre el satélite, calienta la atmósfera y evita que se condense.
Investigadores del Instituto de Astrofísica de Andalucía (CSIC) y del CNR de Italia han encontrado un gas desconocido en la alta atmósfera de Titán, el mayor satélite de Saturno. La nave Cassini lo detecta por su intensa radiación en el infrarrojo cercano, aunque solo cuando la luna está iluminada.
El Instituto Universitario de Investigación de Nanociencia de Aragón (INA) de la Universidad de Zaragoza es el centro líder de un consorcio de microscopía electrónica en Europa. Es el que recibe más solicitudes por parte de la comunidad científica internacional para realizar sus experimentos sobre nuevos materiales.
Vórtice del polo sur en la atmósfera de Titán observado por Cassini el 27 de junio de 2012. Imagen: NASA / JPL–Caltech/Space Science Institute.
El interior de Titán, según las mediciones gravitacionales de Cassini. Imagen: A. Tavani
La sonda Cassini y el satélite Envisat de la ESA muestran el parecido entre los lagos Ontario de Titán y Etosha Pan de Namibia.
El gran Titán y el 'pequeño' Encelado con los anillos de Saturno.
Nuevas observaciones de la sonda Cassini revelan variaciones regionales en las dunas de arena de Titán, el mayor satélite de Saturno. Los datos muestran que los mayores campos durares se encuentran en las zonas bajas y ecuatoriales, además de ofrecer nuevas pistas sobre la historia climática y geológica de esta luna.
Investigadores del CSIC han hallado un nexo común en el origen de las atmósferas de la Tierra y del satélite de Saturno Titán. El análisis de los datos obtenidos por la misión Cassini-Huygens, un proyecto de la NASA, la Agencia Espacial Europea y la Agencia Espacial Italiana, sugiere que la evolución química de ambas atmósferas estuvo marcada por el último gran bombardeo de asteroides y cometas durante la formación del sistema solar, hace unos 3.900 millones de años.