La metodología, desarrollada con la participación de investigadores del Instituto Cajal, ha permitido observar que el tejido cortical que aún muestra actividad en un encefalograma, puede, en realidad, estar sufriendo ya la muerte irreversible de las capas neuronales más superficiales tras un ictus o una hemorragia intracraneal. Los hallazgos replantean los criterios y quizá la praxis en el seguimiento y tratamiento de este tipo de accidentes.