Un estudio demuestra por primera vez que los bilingües se apoyan en indicadores no verbales –relacionadas con el contexto, como el conocimiento previo sobre el interlocutor– para anticipar el idioma en el que hablará la otra persona y así poder iniciar antes sus procesos de activación cerebral. No obstante, este mecanismo varía en función de la edad con la que el bilingüe ha aprendido el segundo idioma y el nivel que ha alcanzado.