La grasa que se acumula en el hígado en determinadas circunstancias produce inflamación, fibrosis y, finalmente, cirrosis. Hasta ahora, el método más fiable para su determinación era la biopsia hepática. Un nuevo estudio muestra ahora cómo la resonancia magnética es una forma incluso más eficaz para detectar dicha grasa y cuantificarla.