La medicina de precisión es la gran esperanza en oncología, pero elegir la terapia idónea para cada tumor y paciente sigue siendo una quimera. Ahora, el test desarrollado por Joan Montero determina en tan solo un día si un fármaco es capaz de aniquilar un tumor. Su próximo reto es miniaturizar la técnica y conseguir resultados con muy poca muestra.
El biólogo celular estadounidense Randy Schekman (Minnesota, 1948) ganó en 2013 el Nobel de Medicina. Aprovechó la ocasión para criticar duramente la burocracia científica y el sesgo en las publicaciones más populares, movidas por intereses comerciales. Schekman continúa en esta lucha a la vez que avanza con sus estudios en los que busca explorar nuevas áreas “a mi propio ritmo, siguiendo mi propia intuición”.
La estructura de la cromatina en la que se empaqueta nuestro genoma tiene una función clave en la coordinación de los procesos de replicación del ADN y la transcripción génica, según un estudio del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa. El trabajo tiene implicaciones en situaciones fisiológicas o patológicas en las que la estructura de la cromatina está alterada, como ocurre durante el envejecimiento celular y en el cáncer.
Investigadores de España y Francia han desarrollado un método analítico capaz de mejorar el diagnóstico y seguimiento de enfermedades oncológicas a partir de un muestra de suero sanguíneo. Según los autores, es diez veces más sensible que las técnicas actuales.
Investigadores españoles han presentado hoy el primer tratamiento contra las metástasis cerebrales que ataca el ambiente del tumor. Está basado en una sustancia natural llamada silibinina y su ensayo preliminar ha sido un éxito en 18 pacientes: el 75% reaccionó positivamente y sin efectos secundarios. Los autores insisten en que no cura el cáncer, pero sí aumenta la supervivencia.
Esta semana la revista Nature Medicine publica el exitoso caso de una mujer con cáncer de mama metastásico cuyo sistema inmunitario ha sido modificado para eliminar por completo sus células tumorales. Este trabajo supone un posible tratamiento para los últimos estadios del cáncer, etapa en la que las terapias convencionales suelen fracasar.
La mucositis oral es un efecto secundario de la quimio y radioterapia. Se trata de una inflamación aguda de la mucosa, que provoca heridas y llagas y actualmente no tiene tratamiento. Investigadores de la Universidad de Granada han desarrollado un tratamiento, probado en diez hospitales españoles, que reduce su incidencia casi a la mitad de los pacientes.
Si un cáncer colorrectal se detecta en fases tempranas, basta con una intervención quirúrgica. Sin embargo, cerca de un 10% de pacientes recaen o desarrollan metástasis y no existe ningún biomarcador para identificarlos. Investigadores de Salamanca han elaborado un sistema de clasificación de pacientes basado en la combinación del estadio del tumor y las mutaciones en el gen BRAF.
Un estudio del IRB Barcelona en cáncer de mama identifica la proteína p38 como un salvavidas que usan las células tumorales para evitar excesivo daño en su ADN que, de otro modo, las sentenciaría a morir. Bloqueando la p38 consiguen elevar la mortalidad de células cancerosas y reducir los tumores. El trabajo se ha realizado con tumores de pacientes crecidos en ratones.
Un estudio publicado hoy en la revista Nature Medicine identifica más de 500 nuevas alteraciones en la función del genoma que son específicas de la leucemia linfática crónica. Los expertos descubrieron que tan solo tres familias de proteínas parecen estar encargadas de dicho cambio. El trabajo abre la puerta al desarrollo de nuevas terapias.