Investigadores españoles han cartografiado la acción de la hormona prolactina y los lactógenos placentarios en el cerebro de hembras de ratón. Los resultados indican que la agresividad maternal para defender a las crías de posibles intrusos peligrosos no está producida por la interacción entre la madre y su prole, como se pensaba, sino por las hormonas que actúan sobre el cerebro antes del parto.