Las grietas, los resquebrajamientos y las amenazas de ruina de ciertos edificios situados en los alrededores de la ciudad de Zaragoza se deben, en muchos casos, al desarrollo de dolinas, unas pequeñas depresiones formadas en la superficie de las zonas cársticas. Después de 20 años de estudio, ésta es la conclusión de un equipo de científicos de la Universidad de Zaragoza para quienes estos procesos son cada vez más rápidos y se extienden más, implicando mayores riesgos para las zonas urbanizadas.