Las personas que tienen acondroplasia –la causa más común de una talla baja desproporcionada– pueden afrontar la estigmatización integrándose en un colectivo de iguales o sometiéndose a una operación de alargamiento de extremidades. Un estudio de la UNED revela que ambas fórmulas son igual de efectivas y destaca que el sentimiento colectivo predomina en Estados Unidos, mientras que el procedimiento quirúrgico es muy habitual en España.