Durante los tres meses posteriores al accidente nuclear de Fukushima, científicos del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA), la Universidad Autónoma de Barcelona y otros centros internacionales analizaron los niveles de radioisótopos de estroncio en las aguas del Pacífico. Los resultados, que se presentan ahora en la revista Biogeosciences, revelan que en algunas zonas se multiplicaron por cien las concentraciones de este elemento radiactivo.