El empeño de Azucena Bardají (Barbastro, Huesca, 1974) es llevar a los países pobres la protección sanitaria que disfrutan los niños del primer mundo. Por eso, vive entre Barcelona y Mozambique, donde se dedica a evaluar las vacunas suministradas a mujeres embarazadas. Su objetivo es proteger a través de la placenta a los recién nacidos contra dolencias como la tos ferina y la bronquiolitis, que diezman la vida de muchos bebés en los países en vías de desarrollo.