El miedo a las agujas hace que, muchas veces, vacunarse sea una experiencia bastante traumática. Investigadores de la Universidad de Berkeley quieren hacerlas desaparecer de los procesos de vacunación. La alternativa es un dispositivo, del tamaño de una píldora, capaz de suministrar las moléculas que ejercerían la posterior inmunización.
El empeño de Azucena Bardají (Barbastro, Huesca, 1974) es llevar a los países pobres la protección sanitaria que disfrutan los niños del primer mundo. Por eso, vive entre Barcelona y Mozambique, donde se dedica a evaluar las vacunas suministradas a mujeres embarazadas. Su objetivo es proteger a través de la placenta a los recién nacidos contra dolencias como la tos ferina y la bronquiolitis, que diezman la vida de muchos bebés en los países en vías de desarrollo.