Cuando dos láminas de trióxido de molibdeno se giran con un ángulo crítico se consigue que unas ondas mitad luz y mitad materia, llamadas polaritones, viajen en una determinada dirección. De esta forma se puede controlar la propagación de nanoluz, un avance con aplicaciones en sensores biológicos, nanoimagen y tecnologías cuánticas.
Investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y la Universidad Ben-Gurión del Néguev (Israel) han logrado infiltrar cristales líquidos en nanoestructuras porosas basadas en silicio. El hecho representa una importante contribución al desarrollo de futuros dispositivos nanofotónicos que puedan ser integrados en la actual tecnología microelectrónica.