En el tratamiento de la adicción a los opiáceos, la metadona actúa como terapia sustitutiva. Una investigación de varios centros españoles se propuso estudiar si la mortalidad en los usuarios era mayor mientras estaban en tratamiento o después de él. El resultado es que el número de muertes se reduce hasta tres veces en las personas que lo mantienen, por lo que el riesgo de complicaciones si se abandona es alto.