Las científicas han publicado menos sobre la covid-19 que los hombres. Lo de Núria Montserrat es una excepción. En pleno confinamiento, sus minirriñones sirvieron para probar un fármaco que impide la infección del SARS-CoV-2. La investigadora del Instituto de Bioingeniería de Cataluña (IBEC) cuenta las peripecias de estos meses tanto en el laboratorio como en su casa, donde vive con su pareja y sus tres niños.
El equipo del español Juan Carlos Izpisúa del Instituto Salk en EE UU ha conseguido crear estructuras similares a blastocitos, a partir de una sola célula cultivada de oreja de ratón. Estos embriones artificiales podrían ser utilizados en el futuro para probar medicamentos y estudiar los inicios de la vida.
Los organoides son modelos de órganos in vitro obtenidos a partir de células madre. Gracias a ellos Guo-Li Ming, investigadora de la Universidad de Pensilvania (EE UU), descubrió que el virus del zika causaba microcefalia en recién nacidos. Ahora los emplea para entender enfermedades neurológicas como la esquizofrenia y el autismo.
Una investigación de pediatras de EE UU ha demostrado que el zika modifica la función de la molécula TLR3 y provoca un ‘suicidio’ celular en el cerebro. El experimento, realizado en cerebros de laboratorio, busca reducir la agresividad de la infección, que provoca microcefalias en fetos, utilizando un inhibidor. Los primeros resultados indican que las células contagiadas por el virus disminuyeron un 16% en cinco días.