Las ruinas de una casa de 11.500 años de antigüedad, situada en Alaska central, escondían el esqueleto incinerado de un niño paleondígena de unos tres años. Así lo revela una investigación norteamericana que se publica hoy en Science y que arroja nuevos datos sobre este grupo de nómadas. Durante la excavación, los científicos contaron con la ayuda de líderes tribales indígenas.