El estudio del ejemplar de esturión capturado de forma accidental en aguas asturianas en noviembre de 2010 revela que se trata de una especie prácticamente inexistente en Europa. El pez –una hembra de más de dos metros y 120 kilogramos de peso– nadaba en solitario y se desconoce su procedencia. Los expertos de la Universidad Complutense de Madrid que han analizado al animal no descartan que provenga de las costas atlánticas de América del Norte y piden que se catalogue como especie en peligro.
Calar las artes de pesca por la noche, combinar la calada nocturna con líneas espantapájaros, aumentar la velocidad de hundimiento del palangre, mantener el pescado tapado en cubierta, evitar las luces muy potentes en los barcos y no tirar pescado al mar antes de la calada o la salida del puerto. Estas son algunas de las mejores estrategias para evitar las capturas accidentales de aves marinas por parte de los buques palangreros en el Mediterráneo, tal y como indica el Manual de buenas prácticas en la pesca de palangre de fondo de la Universidad de Barcelona y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad.
Una investigación del Instituto de Ciencias del Mar señala que se ha reducido el volumen de capturas y el tamaño de los peces en los últimos 60 años en zonas del Golfo de Cádiz y el Mediterráneo. Esta situación se explica por la sobreexplotación de los recursos marinos debida al aumento irregular de la potencia de las embarcaciones dedicadas a la pesca de arrastre.
Las capturas accidentales, un fenómeno habitual que está ligado a las artes de pesca, es una de las grandes amenazas para la conservación de las poblaciones de aves marinas. Determinar la mejor estrategia para reducir la captura accidental de aves marinas por los palangreros es el objetivo de la campaña científica del equipo dirigido por el profesor Jacob González-Solís, del Instituto de Investigación de Biodiversidad de la Universidad de Barcelona.
Según el primer estudio en el mundo que analiza los efectos en la salud a largo plazo de un vertido de petróleo, los pescadores que participaron en la limpieza del vertido de petróleo del Prestige sufrieron problemas respiratorios cinco años después del accidente.