El crecimiento y el envejecimiento de la población humana han disparado el consumo de medicamentos, y los animales sufren sus efectos. Estudios recientes prueban cómo los residuos de nuestra botica hacen estragos en la vida silvestre. Buitres deprimidos por antiinflamatorios y que mueren en cuestión de horas, estorninos consumidores de Prozac que dejan de comer, y peces feminizados por la píldora anticonceptiva son algunos ejemplos.