Los océanos son víctimas de la contaminación, el calentamiento del agua, y la calcificación de organismos, entre otros, provocados por las actividades humanas. Pero no todos los animales se ven afectados por igual. Pulpos, calamares y sepias se han beneficiado de los cambios: en los últimos 60 años estos cefalópodos han incrementado sus poblaciones.
Expertos israelíes en cefalópodos se plantearon por qué las ventosas de los pulpos no se adhieren a sus propios cuerpos a pesar de que ellos no son conscientes de sus movimientos. Para dar con la respuesta, los científicos probaron el comportamiento de estos animales, que son caníbales, ante los brazos amputados de sus congéneres.