El Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas (LAB) de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) demuestra que el sonido de baja frecuencia, producido a gran escala por las actividades humanas en alta mar, provoca un trauma acústico que se manifiesta con lesiones severas en las estructuras auditivas de los cefalópodos. Se trata del primer estudio que analiza el impacto de los sonidos antropogénicos en estos invertebrados.