Con la pandemia de COVID-19 estamos sufriendo las consecuencias de una falta de reacción global y es muy probable que también las suframos por el cambio climático. Ambas crisis nos ponen ante un espejo en el que no quedamos reflejados como seres tan racionales: entender es secundario, la experiencia es clave.
Aunque seamos conscientes de que el planeta tiene unos límites, nos cuesta vivir de una forma sostenible. Nuestros sesgos cognitivos tienen parte de culpa. Hasta ahora, los profesionales de la comunicación no han hecho más que reforzarlos al crear un relato sobre el cambio climático que nos deja fríos.