Los responsables de empresas e instituciones se ven obligados a tomar decisiones continuamente. Decisiones que atañen a todos los ámbitos del sistema, desde los recursos humanos y materiales, a los productos almacenados, la atención al cliente, las relaciones con los medios de comunicación, el transporte, las inversiones o las alianzas con otras entidades. Para ayudarles en este proceso y elegir la opción más acertada, en las grandes firmas confían cada vez más en las técnicas desarrolladas por una disciplina emergente llamada investigación operativa. El director del único instituto universitario español dedicado a ello, el catedrático de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche Jesús T. Pastor, nos revela las claves para entender el potencial de este campo de estudio reciente y multidisciplinar.
La investigación operativa es, según reza el logo de la página web del CIO, “El único camino efectivo en la toma de decisiones”. Explíquenos en qué consiste y cómo puede ayudar a empresas y a instituciones.
La investigación operativa (IO) es, en definitiva, la metodología científica utilizada para abordar problemas complejos de decisión. Los conceptos clave son: la toma de decisiones, optimizar el funcionamiento de los sistemas y de los recursos como bienes escasos. Los expertos aplicamos métodos cuantitativos basados en las matemáticas y la estadística para resolver los problemas y entre la lista de aplicaciones se incluye la aeronáutica, la balística, la informática, la energía, la industria alimenticia, la minería, la logística, y las finanzas.
Los conocimientos desarrollados por esta disciplina se aplican a ámbitos tan diversos como el diseño de una red de sucursales bancarias o la asignación de recursos necesarios para el buen funcionamiento de un aeropuerto; a la planificación agrícola, el control del tráfico, la programación de una campaña publicitaria, o la elección de la coalición más razonable para formar gobierno. Los países de mayor tradición en este terreno son el Reino Unido, los Estados Unidos, Canadá, además de los países más desarrollados de Europa como Alemania, Suiza, Austria y Finlandia. Aunque en España, la IO está poco extendida, la mayoría de nuestras grandes firmas ya disponen de gabinetes dedicados a estos estudios porque se han dado cuenta de su utilidad.
Es una disciplina reciente, ¿cómo surgió?
Nació en el ámbito militar británico con el nombre de Investigación de Operaciones durante la Segunda Guerra Mundial. Los ingleses perseguían mejorar su sistema de detección de aviones alemanes cuando descubrieron el radar. En función de su radio de acción, estudiaron cómo instalar una red de estos dispositivos para que quedara cubierta la mayor parte posible del espacio aéreo. La aplicaron también en la planificación de los vuelos de bombarderos británicos y la distribución óptima de recursos.
Al finalizar la contienda, la IO experimenta un rápido crecimiento y, tras su éxito en el ámbito militar, la industria lo aplica también con buenos resultados para resolver determinados problemas económicos. De manera paralela, los científicos avanzaron también en el desarrollo de algunas técnicas estándar. Sin embargo, al necesitar una gran capacidad de cálculo para la mayoría de los problemas a resolver, la expansión de esta disciplina no hubiera sido posible sin la evolución de la potencia de cálculo de los ordenadores.
Durante estos años, se han desarrollado varias ramas según las diferentes técnicas utilizadas. Para la minimización de costes, por ejemplo, se emplea la programación lineal. Otras de las técnicas incluyen la programación no lineal para casos como la explotación de carteras de inversión, o la programación dinámica que abarca temas como la planificación y estrategia de ventas. Por su parte, la Teoría de colas estudia los problemas de tráfico o la admisión de pacientes en hospitales, y la Teoría de juegos resuelve conflictos entre personas y grupos, ya sean políticos o militares, y mide, entre otros parámetros, la capacidad negociadora de cada uno. Recurrimos a la técnica de la simulación en los problemas muy complejos de resolver como en el caso del funcionamiento global de un aeropuerto porque sería complicadísimo de modelizar mediante las matemáticas.
¿Nos podría poner algún ejemplo concreto de colaboración entre el Instituto y el sector público y privado?
Desde el CIO realizamos, por ejemplo, una previsión de la demanda de gas canalizado en diferentes zonas de Catalunya para GAS Natural. Con los resultados, la empresa pudo planificar las infraestructuras y recursos necesarios para esas zonas. En otro proyecto solicitado por Riegos del Levante, desarrollamos un programa informático para mejorar la planificación de los turnos de riego y racionalizar la distribución de agua. En cuanto a la colaboración con el sector público, trabajamos, por ejemplo, estrechamente con la Universidad de Toronto para resolver las desigualdades de eficiencia que presentaban las comisarías de la ciudad de Toronto.
Actualmente, un grupo de investigadores del CIO están ultimando un estudio para Eurostat, la Agencia Europea de Estadística. Se trata de una predicción de las cosechas en todos los países de la UE. Hasta la fecha, este organismo solo contemplaba la situación de quince países europeos. De modo que nuestro cometido fue mejorar el programa antiguo, ampliarlo a veinticinco países e incluir otros tipos de cosechas que no se contemplaban anteriormente, principalmente frutas y hortalizas. Estos resultados los utilizarán en el futuro para hacer predicciones anuales y distribuir adecuadamente las subvenciones entre los países Miembros.
Para realizar esos y otros proyectos, hará falta un equipo multidisciplinar, ¿qué áreas de conocimiento están implicadas en estas investigaciones?
Este centro se creó en 1999 y a día de hoy trabajan 50 personas, entre los cuales se encuentran estadísticos, economistas, matemáticos, especialistas en marketing e ingenieros informáticos. Dependiendo de las características del proyecto, se implica a unos expertos u otros.
Dado el escenario económico actual y las trascendentales decisiones que se han de tomar, ¿ha percibido últimamente una mayor demanda de los servicios del Instituto?
Sí, percibimos mayor interés y propuestas de múltiples proyectos pero debido a la escasez de recursos, todavía son pocos los que acaban lanzándose. A esto hay que sumarle las características del tejido productivo español que está formado principalmente por pequeñas empresas. Dicho esto, sí que se ha incrementado en general el número de empresarios conscientes de los beneficios de basar sus decisiones en el conocimiento y una posible solución es que las federaciones de pymes emprendan acciones conjuntas.
Por nuestra parte, de cara al futuro continuaremos las líneas iniciadas, por una parte colaborando con medianas y grandes empresas y entidades públicas y, por otra, aceptando nuevos proyectos de Eurostat y participando en proyectos europeos, como el que lideramos sobre la identificación de bolsas de pobreza en Europa. Desde una visión más global, mi principal objetivo es internacionalizarnos, en la medida de nuestras posibilidades, y colaborar con grupos de investigación extranjeros.
¿En qué proyectos está usted implicado en estos momentos?
Personalmente, me encuentro dedicado a temas de eficiencia y de productividad en el marco de un proyecto de investigación de ámbito nacional. En este sentido, estamos desarrollando nuevas herramientas teóricas y aplicándolas al estudio de la eficiencia de las cooperativas vinícolas. Asimismo, estoy implicado en una red europea diseñada para estimular la creación de grupos de investigación y los intercambios entre universidades llamado ELIARE NETWORK SUDOE. Además, soy el coordinador del contrato con Eurostat y, por tanto, el responsable de poner en marcha los contratos que nos ofrecen.
En sus inicios aprobó una cátedra de enseñanza secundaria, pero no se limitó a impartir docencia sino que se dedicó profundizar en la didáctica de las matemáticas y participó en la redacción de libros de texto, e incluso escribió sobre el uso de los medios audiovisuales.
Constaté que los jóvenes presentaban importantes problemas de comprensión, así que constituimos un grupo de investigación didáctica en el ICE de la Universitat de València donde nos propusimos explicar las matemáticas de una forma más comprensible y atractiva. En mi opinión, igual de importante es la capacidad de abstracción del alumno como la estimulación por parte del profesor. En definitiva, hace falta despertar su interés y hacerles trabajar porque cuanto más trabajan, más seguros se sienten y más les gusta.
¿Cuál es el nivel de los alumnos que llegan actualmente a la Universidad?
La enseñanza en España se ha deteriorado mucho a todos los niveles. A mi parecer, los actuales parámetros de actuación son, en algunos casos, erróneos porque, por poner un ejemplo, está claro que una parte de la enseñanza exige la memoria, y este aspecto se ha descuidado. No basta con comprender las cosas, hay que aprenderlas y para eso hay que repetir. La anterior enseñanza memorística presentaba defectos pero también virtudes. Ahora hemos pasado al otro extremo y opino que debemos recuperar el equilibrio porque solo a base de ejercitar nuestras facultades, las mejoraremos. Para corregir esto, en mi Universidad, formamos cada año un ‘grupo cero’ al que se ofrecen clases de refuerzo y actividades complementarias en aquellas materias que así lo requieren.
Usted ha ocupado diferentes cargos en materia de política científica, ¿cómo percibe que se está desarrollando la investigación en la Comunitat Valenciana?
Estamos en un buen momento no solo en la Comunitat sino en España en general. Hubo un despegue importante hace veinte años y se ha mantenido la tendencia. Se han creado grupos potentes y nos hemos internacionalizado que es esencial para que nuestra investigación sea equiparable a otros países. Publicamos en revistas reconocidas de impacto y nos invitan a los principales congresos internacionales.
Ahora el reto es estimular a los jóvenes para que sigan este camino e inculcarles desde el principio cuáles son los objetivos y los requisitos de la investigación en un contexto globalizado. En este sentido, resulta esencial el dominio del inglés para poder transmitir en todo el mundo tus conocimientos y resultados, tanto si te dedicas a la investigación, como si te incorporas a una empresa. Esto se lo repito a mis alumnos y a los jóvenes profesores.
La movilidad es otro aspecto que habría que estimular en mayor medida. Conocer diferentes maneras de vivir y de hacer las cosas, nos aporta una visión muy valiosa para el futuro. La movilidad, sin embargo, se ha de entender en los dos sentidos porque cuantos más investigadores nos visiten y más nos movamos a nivel internacional, más potentes seremos. Además, con la falta de recursos que estamos viviendo y que sufriremos en el futuro, no se garantizan fondos para todos en España, ni siquiera en Europa. Habrá, por tanto, que acudir a otros mercados a captar fondos como Estados Unidos o Canadá, donde obviamente sin el dominio del inglés estaremos perdidos.
Jesús T. Pastor es Doctor en Ciencias Matemáticas por la Universitat de València. Fue director del Departamento de Estadística e Investigación Operativa de la Universidad de Alicante; vicepresidente y presidente de la Sociedad española de Estadística e Investigación Operativa; vicerrector de Investigación de la Universidad Miguel Hernández de Elche; director general de Investigación y Transferencia Tecnológica de la Conselleria de Empresa, Universidad y Ciencia de la Generalitat Valenciana, y secretario del Alto Consejo Consultivo de I+D+i de la Generalitat. Es director del Instituto Universitario “Centro de Investigación Operativa”, de la Universidad Miguel Hernández de Elche, desde noviembre del 2007.