Ha sido protagonista de series, películas y mitos que se remontan a la época de los romanos. Conocido como kraken por los escandinavos, dejó de ser leyenda cuando el biólogo Japetus Steenstrup lo describió por primera vez en 1857 como el príncipe de los calamares, Architeuthis Dux. Ángel Guerra Sierra, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, forma parte de la élite mundial del estudio sobre los cefalópodos y ha publicado un libro sobre la historia de estas gigantescas criaturas: Los gigantes de las profundidades.
Varias expediciones españolas han intentado filmar en las costas asturianas al calamar gigante. ¿Es la misma especie la que habita estos caladeros que la que se consiguió grabar en Japón?
Con el nombre de calamar gigante solo se denomina a Architeuthis dux, que es el nombre en latín del príncipe de los calamares. Ese calamar puede llegar a medir 14 metros de largo y pesar 250 kg. Tiene una distribución mundial y es cosmopolita, hecho que está demostrado por la genética en un estudio publicado en 2013 en el que participé. Por tanto, los calamares gigantes que aparecieron en Asturias y los que se grabaron en Japón son de la misma especie.
Sin embargo, en el libro habla de varios tipos de calamares. ¿Cuántas especies hay de grandes dimensiones?
Existen más calamares con otros nombres. Por ejemplo, el calamar colosal de la Antártida (Mesonychoteuthis hamiltoni) puede llegar a pesar 450 kg y medir 10 metros. Es más corto y pesado que el gigante. También hay calamares a los que la gente llama gigantes pero no lo son, como el de Humboldt o el calamar gato, que no superan los 100 kg de peso y los 3 metros de longitud. Los tratamos todos en el libro Gigantes de las profundidades. En conjunto, no son más que cefalópodos, animales que tienen las patas en la cabeza.
Ángel Guerra
Además de una genética diferente, ¿qué características presentan?
El calamar gigante no vive en la Antártida. Se diferencia del colosal en su distribución, ya que no habita aguas frías, sino templadas. Además, el gigante no es comestible, porque tiene mucho amoníaco; y dicen que el colosal está exquisito –algunos compañeros míos lo han probado–. Por otro lado, como el colosal no tiene los tentáculos tan largos, parece que se tira sobre las presas. El gigante, por el contrario, tiene tentáculos enormes, de 6 metros, y agarra las presas a distancia. Lo que no sabemos de ninguno de los dos es cómo copulan ni cómo es la puesta de sus huevos.
En las películas los retratan como bestias agresivas, ¿lo son?
Ninguno de estos dos parece ser agresivo. Sin embargo, el calamar de Humboldt, que es más pequeño y llega a pesar 90 kg –los americanos lo llaman gigante– sí es agresivo y ataca. Se localiza en las costas de California, México y Chile; y también es muy comestible. Se capturan 600.000 toneladas al año y se importan a España. Seguramente lo habrás comido en rodajas.
En el libro hablan de los mitos en torno a estos enormes calamares. ¿Qué leyenda se ha creado sobre estas especies?
La leyenda comenzó con los romanos y duró hasta que, en 1857, se descubrió que eran calamares gigantes. Empezaron a aparecer varados en las playas, incluso en el s. XVI llevaron uno al rey de Dinamarca oliendo a muerte. El mito del kraken [criatura marina mitológica] lo crearon los escandinavos en la Edad Media. Fue el biólogo Japetus Steenstrup el que, a partir de unos trozos en el Museo de Historia Natural de Copenhague, convirtió a este kraken en el príncipe de los calamares y lo describió como un cefalópodo. De ser una leyenda pasó a considerarse un animal real. Un barco francés capturó uno en las proximidades de Tenerife.
¿Es habitual que aparezcan en las islas Canarias?
Hay bastante calamar gigante en estas islas, se los comen los cachalotes y lo calderones. Sin embargo, el colosal lo conocemos a partir de los pescadores españoles, coreanos y japoneses que están pescando en la Antártida.
¿Por qué es tan difícil grabarlos en el medio marino?
El calamar gigante vive en profundidades de entre 250 y 1500 metros, y el de la Antártida entre 800 y 1500 metros. Se han hecho intentos de filmarlos desde 1996 en Azores, luego en Australia, Nueva Zelanda, en Asturias (2001 y 2002), pero solo se ha conseguido en Japón, en 2012, gracias a un mini submarino tripulado que los grabó a 630 metros de profundidad.