El ingeniero reflexiona sobre el histórico corte de suministro del pasado 28 de abril y advierte de la necesidad de más almacenamiento e interconexión eléctrica con Europa.
El pasado lunes 28 de abril, la península ibérica sufrió el mayor apagón eléctrico de su historia, con una caída repentina de tensión que dejó sin suministro a millones de usuarios en España y Portugal durante todo ese día y parte del siguiente. Aunque el restablecimiento fue total a las 24 horas del evento, lo sucedido ha puesto sobre la mesa la vulnerabilidad del sistema eléctrico ante ciertas condiciones combinadas de alta generación renovable, baja demanda y escasa interconexión con Europa.
Para entender mejor lo ocurrido, SINC conversa con Julio Amador Guerra, ingeniero industrial y director del Máster en Energías Renovables y Medio Ambiente que se imparte en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería y Diseño Industrial de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), un referente en el sector por su experiencia en sistemas eléctricos y penetración de renovables en redes aisladas.
Supongo que en los primeros instantes estaría tan confuso como cualquier ciudadano, pero poco a poco, alguien con su experiencia empieza a decir: "Aquí ha pasado algo más".
Sí, efectivamente. A mí me pilló en clase, y justamente estábamos montando un sistema fotovoltaico aislado de la red. Por suerte, estábamos en la parte alta del edificio, conectados a unos módulos solares, así que teníamos iluminación suficiente. Pese a que otras plantas se empezaron a evacuar por falta de luz, nosotros pudimos terminar la instalación. De hecho, logramos activar el sistema autónomo, alimentar algunos equipos y, bueno, hubo hasta aplausos entre los estudiantes. Teníamos energía mientras todo el mundo comprobaba, por el móvil, que algo serio estaba ocurriendo.
El lunes fue día fue muy atípico. La demanda era baja y hubo una desconexión de una línea de alta tensión en la frontera con Francia, lo que dejó al sistema peninsular aislado
No hay muchas situaciones con las que comparar, pero cuando ocurre algo así, ¿qué tipo de datos suele consultar?
Lo primero que consultamos los que nos dedicamos a esto son las curvas de generación y demanda que Red Eléctrica publica en tiempo real. Es información pública y muy útil para hacerse una idea inicial de lo que puede estar pasando. Aun así, no me esperaba algo tan amplio. Red Eléctrica ha conseguido hasta ahora que no haya apagones significativos. Como ciudadano, no estás habituado a algo así. Yo pensaba que sería un corte momentáneo, que volvería en pocos minutos. Pero cuando varios compañeros llamaron a familiares en Extremadura, Andalucía o Galicia y todos confirmaban que también estaban sin luz, ahí ya supe que era algo de otra magnitud.
Unos días después del apagón ya hay algunas explicaciones, aunque todavía falta por saber qué provocó la caída. ¿Se alinea con las hipótesis que muchos en el sector han planteado hasta ahora sobre la pérdida de inercia del sistema?
Sí, aunque solo tenemos la información general que se ha hecho pública, todo apunta a una conjunción de factores excepcionales. Por un lado, hay una previsión diaria de consumo que se basa en series históricas, temperatura, actividad económica, etc. Pero este día fue muy atípico: fin de mes, festivos en varias comunidades, temperatura agradable... La demanda era baja. A eso se suma una desconexión —aparentemente por viento lateral y alta temperatura— de una línea de alta tensión en la frontera con Francia, lo que dejó al sistema peninsular aislado.
El sistema está preparado para absorber eventos, pero hasta cierto punto. Si se encadenan varios a la vez, la cosa se complica mucho
En su rueda de prensa del martes, Red Eléctrica también mencionó dos eventos en el suroeste como posibles desencadenantes. ¿Qué puede explicar que el sistema no se hubiera estabilizado tras esos eventos?
El sistema está preparado para absorber eventos, pero hasta cierto punto. Si se encadenan varios a la vez, la cosa se complica mucho. Para explicarlo con una analogía: aquí no construimos edificios preparados para terremotos como en Japón, porque no tiene sentido económico. Lo mismo pasa con el sistema eléctrico: se diseña con ciertas hipótesis razonables para que la electricidad sea asequible. Pero este evento ha superado esas hipótesis, y habrá que analizar si merece la pena introducir cambios. Aun así, hasta ahora Red Eléctrica ha tenido un desempeño excelente, reconocido internacionalmente. Quizás nos tenía mal acostumbrados.
Entre expertos se están haciendo comparaciones con otros apagones a escala internacional, pero ¿realmente hay precedentes similares o las peculiaridades de nuestro país lo hacen inédito?
Es difícil comparar, porque la situación de la península ibérica es muy peculiar. Tenemos una interconexión muy limitada con Europa y Marruecos, y aunque con Portugal compartimos una red muy similar, nuestra conexión con Francia —y, por tanto, con el resto de Europa— es escasa. A eso se suma una altísima penetración de renovables. Esa combinación hace que técnicamente seamos casi una isla eléctrica, aunque no lo seamos geográficamente. Y pese a todo, Red Eléctrica ha conseguido integrar estas renovables con muy pocas incidencias, algo que tiene mucho mérito.
Una de las claves para prevenir situaciones como esta es el almacenamiento a gran escala, algo que ya está en los planes de Red Eléctrica y del Gobierno
Tras el apagón, parece que el sistema se reinició en modo "a prueba de fallos": más hidroeléctrica y ciclo combinado, menos solar… ¿qué puede deducirse del comportamiento postevento?
Es lógico. Una de las claves para prevenir situaciones como esta es el almacenamiento a gran escala, algo que ya está en los planes de Red Eléctrica y del Gobierno. Hay proyectos de bombeo reversible y de baterías de ion litio que pueden desplegarse en semanas, pero muchos están atascados por cuestiones administrativas o de oposición vecinal.
La transición energética ha traído grandes beneficios, pero tiene que venir acompañada de interconexiones internas y externas, y de capacidad de almacenamiento. Todo indica que había un exceso de generación solar frente a una demanda muy baja. Ese desequilibrio fue uno de los factores críticos.