La mutación del gen SKA2 puede detectarse con un análisis de sangre

Alteraciones en un solo gen podrían indicar el riesgo de intento de suicidio

La predicción biológica del suicidio es un tema cargado de polémica. Ahora, un equipo de investigadores de EE UU ha descrito una mutación en un solo gen humano, que podría detectarse con un simple análisis de sangre, y que está relacionado con las reacciones ante el estrés. Estudios más amplios tendrán que confirmar si se trata de una prueba válida para prevenir intentos de suicidio.

Alteraciones en un solo gen podrían indicar el riesgo de intento de suicidio
Según la OMS, el suicidio figura entre las 20 causas de defunción más importantes a todas las edades en el mundo. / Shandi-lee

Investigadores de la Universidad Johns Hopkins (EE UU) han descubierto una alteración química en un solo gen humano relacionado con las reacciones de estrés que, si se confirma en posteriores estudios, podría dar a los médicos la herramienta para predecir de forma fiable el riesgo de intento de suicidio de una persona medainte un análisis de sangre .

El descubrimiento, publicado en The American Journal of Psychiatry, indica que los cambios en un gen, involucrado en la respuesta del cerebro a las hormonas del estrés, desempeñan un papel importante en la reacción a la tensión de la vida cotidiana que podría desembocar en pensamientos y comportamientos suicidas.

"El suicidio es un problema de salud pública evitable, pero estamos bloqueados en su prevención porque no tenemos una forma consistente para predecir qué personas son las que tienen mayor riesgo de quitarse la vida", explica Zachary Kaminsky, profesor de la Johns Hopkins y autor principal del estudio.

"Con una prueba como esta podremos ser capaces de reducir las tasas de suicidio mediante la identificación de las personas más vulnerables y así poder intervenir con suficiente antelación para evitar una catástrofe", añade.

Kaminsky y sus colegas se centraron en una mutación genética en un gen conocido como SKA2, que se expresa en la corteza prefrontal del cerebro, implicada en la inhibición de pensamientos negativos y en el control del comportamiento impulsivo.

Al observar muestras de cerebro de individuos con trastornos mentales y sanos, los científicos encontraron que, en las muestras de personas que habían muerto por suicidio, los niveles de SKA2 se redujeron significativamente.

Los autores señalan que los cambios en el gen SKA2 desempeñan un papel importante en la reacción al estrés que podría provocar comportamientos suicidas

Los expertos encontraron en algunos sujetos una modificación epigenética que altera la forma en la que el gen SKA2 funcionó sin cambiar la secuencia de ADN subyacente a este gen. Dicha modificación, añade químicos llamados grupos metilo al gen. Así, los niveles más altos de metilación fueron encontrados en los mismos sujetos del estudio que se habían suicidado.

Útil para la prevención

Los investigadores analizaron tres conjuntos diferentes de muestras de sangre, el más grande con 325 participantes, en los que encontraron que los aumentos de metilación en SKA2 eran similares en individuos con pensamientos o intentos de suicidio.

Luego diseñaron un modelo que predijo cuál de los participantes estaba experimentando pensamientos suicidas o había intentado suicidarse con un 80% de certeza. Es más, las personas con el riesgo más grave de suicidio fueron pronosticadas con un 90% de fiabilidad.

Kaminsky indica que una prueba basada en estos resultados podría ser utilizada para predecir futuros intentos de suicidio en las personas con algún tipo de trastorno, para restringir los riesgos o tomar decisiones relativas a la intensidad de intervención.

"Necesitamos estudiar estos datos en una muestra más grande, pero creemos que podríamos ser capaces de monitorizar la sangre para identificar personas en riesgo de suicidio", concluye

Referencia bibliográfica:

Zachary Kaminsky; Jerry Guintivano; Tori Brown; Alison Newcomer; Marcus Jones; Olivia Cox; Brion Maher; William Eaton, Ph.D.; Jennifer Payne; and Holly Wilcox. The American Journal of Psychiatry, 30 de julio de 2014

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons
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