Los incendios queman cada año miles de hectáreas, fragmentan ecosistemas enteros y arriesgan la vida de personas y animales. Entender la dinámica del fuego permitiría dar con una solución al alto número de siniestros. Investigadores españoles e italianos han estudiado la inflamabilidad de la vegetación y demuestran que los cipreses, capaces de tolerar grandes sequías y altas temperaturas, podrían representar una barrera eficaz contra el inicio del fuego por su baja ignición.
El incendio de la Sierra de Gata (Cáceres) ha sido uno de los más sonados del verano con más de 7.000 hectáreas quemadas. Pero no ha sido el único. Aunque en el periodo 2001-2010 la tendencia del número de incendios es decreciente, en 2015 más de 8.885 incendios han arrasado 68.500 hectáreas en España, según datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA) a 30 de agosto de 2015.
En general los incendios suelen ser un factor natural de muchos ecosistemas, y el fuego una herramienta de gestión del territorio, siempre y cuando se realice con control. Sin embargo, el cambio climático y el uso actual del suelo provocan regímenes de fuego cada vez más severos. Las llamas no solo destrozan hábitats salvajes, también ponen en riesgo la vida de las poblaciones cercanas, y generan daños y perjuicios a largo plazo.
Una de las medidas empleadas para ayudar a controlar mejor los incendios es el uso de barreras verdes. Para ello, el proyecto CypFire, financiado por la Unión Europea, estudia la posibilidad de que plantaciones de cipreses de variedades seleccionadas permitan reducir el riesgo de inicio del fuego de manera viable, ecológica y económica.
“Ya habíamos observado en España y Turquía que el uso de estas barreras de cipreses comunes eran una buena herramienta para limitar el fuego, ya que estos se vieron menos afectados que otras especies de árboles en incendios forestales”, indican a Sinc los autores del estudio publicado en Journal of Environmental Management.
Los científicos realizaron varios experimentos en laboratorio con cipreses para entender su reacción al fuego. / G. Della Rocca et al.
Experimentos en laboratorio
Estos científicos, procedentes de varias instituciones españolas e italianas –Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentación (INIA), Instituto Universitario de Gestión Forestal Sostenible (UVA-INIA), departamento de Árboles Monumentales de IMELSA e Instituto para la Protección Sostenible de las Plantas del CNR– tomaron muestras en la plantación de cipreses de la parcela experimental de CypFire en Jérica (Castellón) y realizaron varios experimentos con este género de árboles para entender su reacción al fuego. El equipo se centró en concreto en las características de la inflamabilidad de la vegetación, es decir la facilidad, la velocidad y la energía para arder.
Los investigadores consideraron cuatro fenómenos: la ignitabilidad (facilidad con la que un material entra en ignición), sostenibilidad (propiedad de un combustible para continuar quemándose), combustibilidad (velocidad a la que se quema un combustible), y consumibilidad (cantidad de combustible que se quema).
El objetivo del trabajo fue determinar y analizar estos cuatro componentes a escala de laboratorio, del combustible fino vivo y muerto de cipreses comunes Cupressus sempervirens var. horizontalis implicados en el proceso de inicio y propagación de fuego de superficie, ignición de copas y posterior propagación como fuego activo o pasivo de copas.
Ignitabilidad baja de los cipreses
Los resultados obtenidos en laboratorio, a nivel de partícula, revelan que “las muestras de los individuos de ciprés estudiados, tienen una ignitabilidad baja (tiempos de ignición altos), una combustibilidad alta, una sostenibilidad alta y una consumibilidad baja, en relación a otras especies típicamente mediterráneas”, recalca a Sinc Carmen Hernando, una de las autoras e investigadora en el INIA.
El trabajo demuestra que los combustibles finos vivos y muertos de los cipreses estudiados presentan resistencia a la ignición por su alto contenido de ceniza, y porque sus hojas tienen la habilidad de mantener durante el verano un alto contenido de agua. “Pero una vez que arden su combustión es muy energética”, añade Hernando.
Los científicos plantean la posibilidad de explotar algunos de los rasgos morfológicos, funcionales y ecológicos de la variedad estudiada de ciprés común para construir un sistema de barrera como una herramienta “prometedora” para reducir el riesgo de inicio de los incendios en zonas mediterráneas.
Pero la experta considera que la investigación debería contrastarse a mayor escala (árbol completo, rodal y paisaje) para verificar que esta especie puede generar estructuras de combustible de baja inflamabilidad en fuegos de baja o media intensidad.
Ejemplo de ello es que “no se observan estos mismos resultados a escala de laboratorio en los cipreses utilizados de manera general como plantas ornamentales en forma de setos densos –ya que favorecen la acumulación de combustible muerto e incrementan notablemente su inflamabilidad–, como ha sido también observado en las zonas de interfaz urbano-forestal por los responsables de la extinción de incendios“, concluye la científica.
Referencia bibliográfica:
Della Rocca, G.; Hernando, C.; Madrigal, J.; Danti, R.; Moya, J.; Guijarro, M.; Pecchioli, A.; Moya, B. “Possible land management uses of common cypress to reduce wildfire initiation risk: a laboratory study” Journal of Environmental Management 159: 68-77 DOI: 10.1016/j.jenvman.2015.05.020 agosto de 2015
Solo para medios:
Si eres periodista y quieres el contacto con los investigadores, regístrate en SINC como periodista.