Cinco investigadores de EE UU, Canadá y Reino Unido han firmado una carta en la revista Science donde se insta a evitar el rechazo a toda la comunidad científica rusa por las acciones del Gobierno de Putin en Ucrania. También esperan que las medidas de castigo a Rusia no perjudiquen a los propios valores e intereses de Occidente.
Hoy se cumple un mes desde que el gobierno de Vladimir Putin decidió atacar Ucrania. Desde entonces, la comunidad internacional ha mostrado su apoyo al pueblo ucraniano y ha condenado los ataques de Rusia con fuertes sanciones económicas, así como suspendiendo muchos de los acuerdos y colaboraciones científicas internacionales.
Los académicos e intelectuales rusos tampoco se han quedado callados. Muchos han manifestado públicamente que no están de acuerdo con las acciones llevadas a cabo por Putin. Por eso, cinco científicos occidentales, liderados por el profesor John Holdren de la Universidad de Harvard (EE UU), han firmado una carta en la que piden que no se abandone a los científicos rusos.
En el escrito, publicado en la revista Science, se congratulan de la oleada de apoyo de Occidente a los investigadores ucranianos, pero instan a los responsables políticos y a las comunidades científicas y tecnológicas a que eviten rechazar a todos los científicos rusos por las acciones de su gobierno.
“A mis cofirmantes y a mí nos preocupa que las acciones tomadas –en el calor del momento– para demonizar y excluir a todos los científicos rusos sean injustas para las personas que no tuvieron voz ni voto en la invasión de Ucrania por parte de Putin, dañen las valiosas colaboraciones en las que los científicos rusos desempeñan un papel importante y cierren los canales de comunicación no ideológica que se vuelven aún más preciados cuando los gobiernos están en conflicto”, indica Holdren a SINC.
Personas se manifiestan contra la guerra en Ucrania. / Unsplash
Por su parte, Nick Talbot, otro de los firmantes de la carta y director ejecutivo del Laboratorio Sainsbury (Reino Unido), explica que la reacción a los terribles acontecimientos en Ucrania requiere una respuesta meditada: “Condenar las acciones del Gobierno ruso y ofrecer ayuda a Ucrania es fundamental, sin embargo, también es importante no señalar a los científicos rusos individualmente, muchos de los cuales se han pronunciado contra la guerra”.
“Cortar los vínculos con la ciencia rusa –añade– sería un error, ya que podría poner en peligro a los científicos rusos que trabajan en todo el mundo, así como dentro de Rusia. También obstaculizaría los proyectos científicos que abordan problemas globales −como el cambio climático y la seguridad alimentaria− en los que la cooperación científica es vital”.
Según Holdren, con esta carta se pretende llamar la atención sobre la necesidad de reflexionar a la hora de considerar los pasos a seguir para castigar a Rusia, de modo que no se haga más daño a los intereses y valores occidentales que al régimen de Putin.
De hecho, en el texto se aboga por “una valoración objetiva de los científicos e instituciones académicas rusas que sopese la posible eficacia de cualquier medida que se esté considerando para castigar o disuadir al Estado ruso” frente a esos efectos adversos no deseados para Occidente.
Con el escrito también se quiere estimular el debate sobre la respuesta de la comunidad científica hasta el momento, según Talbot: “En algunos casos, se ha sugerido que se rompan los vínculos por completo, incluyendo la finalización de contratos y colaboraciones, así como impedir que los científicos rusos presenten solicitudes de financiación y publicaciones”, pero esto podría ser contraproducente para garantizar una fuerte oposición a la guerra y llegar a poner en peligro la vida y la libertad de estas personas.
Muchos académicos y estudiantes rusos viven y trabajan en Occidente, y además miles de ellos han criticado al gobierno ruso en los medios de comunicación o han firmado declaraciones ampliamente difundidas en las que denuncian la invasión rusa. Esto les ha puesto en riesgo de ser perseguidos y castigados por el Gobierno de Putin.
“Ahora les preocupa que, si se pone fin a los programas científicos o se les revoca el visado, se enfrenten a volver a Rusia, donde podrían ser encarcelados por sus opiniones”, advierte Talbot, quien asegura haber hablado con investigadores rusos que trabajan tanto fuera como dentro del país.
Los firmantes del estudio piden que se tomen medidas para proteger a estas personas como, por ejemplo, prorrogar los visados de los científicos y estudiantes rusos que se encuentran ahora en Occidente, así como dar asilo o establecer planes que protejan a aquellos que puedan ser perseguidos por su oposición a la guerra.
Necesitamos que las sanciones se apliquen de forma colectiva para que surtan efecto, pero una retirada precipitada de todas las colaboraciones en el ámbito científico no beneficia a nadie
Talbot destaca la importancia de mantener los vínculos con los científicos rusos: “Nos enfrentamos a retos globales como la emergencia climática, en la que no podemos arriesgarnos a que una Rusia aislada no forme parte del acuerdo global sobre el uso de combustibles fósiles y las emisiones. Está claro que necesitamos que las sanciones se apliquen de forma colectiva para que surtan efecto, pero una retirada precipitada de todas las colaboraciones en el ámbito científico no beneficia a nadie”.
Además de Holdren y Talbot, los otros tres firmantes de la carta son los profesores Toby Spribille de la Universidad de Alberta (Canadá), Neal Lane de la Universidad de Rice (EE UU) y Nina Fedoroff de la Universidad Estatal de Pensilvania (EE UU).
Referencia:
Holdren et al. “Let's not abandon Russian scientists”. Science, 2022.