Los embalajes aglutinan la mayor parte del uso de plásticos en Europa, concretamente entre el 30 y el 50 por ciento. Por ello, la recuperación y el reciclado de envases ha sido regulada por una Directiva de la Unión Europea en la que se hace hincapié en el ahorro de material y en la reutilización del plástico, entre otros aspectos. En consecuencia, existe una presión creciente entre los fabricantes de embalajes para el desarrollo de nuevos materiales más amigables con el medio ambiente, ya sea por su recuperación, reciclado o biodegradación.
En este contexto se inició en julio de 2008 el proyecto Forbioplast, una iniciativa de 16 socios de nueve países (Noruega, Bélgica, Alemania, Rumanía, Grecia, Hungría, Italia, Letonia y España) que ha sido financiada por el VII Programa Marco de la Unión Europea. Su objetivo final es “la obtención de productos elaborados con materiales biodegradables que procedan de recursos forestales”, como detalla Cecilia Sanz, investigadora del Área de Biomasa de Cartif, el único centro tecnológico español que participa en el proyecto.
En los últimos años, el desarrollo de plásticos derivados de subproductos forestales ha ido en aumento dado que se trata de una fuente abundante, renovable y de bajo costo. Así, la idea de los investigadores es valorizar recursos forestales para fabricar nuevas espumas y composites plásticos. En concreto, se prevé sustituir las fibras derivadas del vidrio que se utilizan en la fabricación de interiores y exteriores de vehículos por fibras derivadas de la madera, y aprovechar estos materiales biodegradables en los sectores del embalaje y agrícola.
“El proyecto surge de la necesidad de esos nuevos materiales que reclama la sociedad. Se trata de desarrollar un producto que proceda de un recurso renovable, como los plásticos elaborados a partir de la madera, para que su repercusión en el medio ambiente sea mínima”, detalla Cecilia Sanz, quien recuerda que Cartif cuenta con una amplia experiencia en biomasa forestal y en el aprovechamiento energético de subproductos de la biomasa.
De este modo, el centro tecnológico vallisoletano ha trabajado en las primeras etapas del proyecto en el estudio de mercado y en la inclusión de las fibras de la madera en las matrices poliméricas. “De un amplio espectro de materiales se ha realizado una selección de las fibras de madera que resolvían mejor los requerimientos técnicos que marcaban los productos que se querían desarrollar. Fibras hay muchas y de diversas características y hay que hacer un trabajo de investigación al respecto, y sobre todo de los tratamientos de mejora a la hora de integrar las fibras en los plásticos y de las mezclas”, explica la experta.
Ventajas del bioplástico
Además de su biodegradabilidad, el bioplástico a partir de fibras de madera tiene como ventaja respecto a otros productos su origen forestal. “La materia prima de origen es fundamental, porque los plásticos convencionales provienen del petróleo”, recuerda la investigadora, quien apunta que se pretende que estos nuevos materiales tengan además las mismas prestaciones que los productos que se emplean habitualmente. Por otro lado, se busca que los plásticos desarrollados se puedan procesar de una manera económicamente rentable, “para que no suponga a los fabricantes ningún cambio respecto a los procesos habituales”.
Aparte de Cartif, en el proyecto participa como socio español la Universidad de Almería, que se ha centrado en temas de biodegradabilidad de las fibras. “Nuestro trabajo se ha dirigido más a la inclusión de las fibras en la matriz plástica, y el suyo a la biodegradabilidad de las fibras, lo que luego va a influir en la biodegradabilidad de los materiales finales”, resume Cecilia Sanz. Una vez pasadas esas etapas iniciales del proyecto basadas en la selección y desarrollo de los materiales y en la definición de los productos finales, el trabajo se ha centrado en el procesado industrial. Durante este tiempo se han organizado reuniones periódicas para poner al día los avances logrados. El segundo encuentro se produjo en las instalaciones del centro tecnológico Cartif, ubicadas en el Parque Tecnológico de Boecillo, en ero de 2009.
En beneficio de las pymes
A través del proyecto, que afronta su última anualidad, se pretende que las pymes participantes se beneficien de la comercialización de los nuevos productos. De hecho, como precisa la investigadora, la convocatoria del VII Programa Marco a la que pertenece el proyecto tiene como fin el apoyo de universidades y centros de investigación a pequeñas y medianas empresas (pymes) con necesidades científico-tecnológicas. No obstante, aunque las pymes serán las beneficiarias de los resultados finales, toda la información generada en el marco del proyecto es compartida por todos los socios.
En este último año de trabajo se incidirá en el producto final, ya que la comercialización de los mismos no forma parte del proyecto y tendrá que llevarse a cabo por otras vías. El centro tecnológico vallisoletano colaborará en esta parte final, en la que también se tratará de abrir nuevas vías de trabajo para iniciar otro tipo de proyectos que supongan la continuación del actual.El proyecto ha contado con un Consejo Asesor Industrial compuesto por grandes empresas y también por pymes que se ha encargado de que el equipo científico de Forbioplast se centrara en acciones pertinentes a las necesidades de la industria europea y en ayudar a identificar otros posibles campos de aplicación de los resultados obtenidos.