Un equipo de ingenieros de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) ha demostrado que es posible diseñar “metamateriales” -materiales artificiales con una estructura celular inusual- para producir un manto de invisibilidad acústica. Este “camuflaje” puede hacer que los objetos sean impermeables a las ondas sonoras, desviando literalmente las ondas acústicas en torno al objeto. Esta investigación se recoge en el estudio “Invisibilidad acústica en dos dimensiones: un enfoque viable", que hoy se publica en la revista New Journal of Physics (NJP).
Los autores de la publicación, Daniel Torrent y José Sánchez-Dehesa, del Grupo de Fenómenos Ondulatorios del Departamento de Ingeniería Electrónica de la Universidad Politécnica de Valencia se han basado en investigaciones teóricas recientes que buscan modos de producir materiales que aíslen a los objetos del sonido, las ondas visibles y los rayos x. Los ingenieros citan en su estudio varios trabajos teóricos publicados en 2007 en NJP por investigadores de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte (EE UU), como punto de partida a su enfoque, más práctico.
Para realizar físicamente el manto de invisibilidad acústica, el equipo de investigadores español calculó como ciertos materiales construidos con cristales sónicos, unos cilindros macizos dispuestos en series periódicas que pueden diseminar las ondas sonoras, podrían utilizarse en una estructura de múltiples capas para desviar completamente el sonido en torno a un objeto.
Los investigadores realizaron diversas simulaciones para demostrar su teoría, analizando el número óptimo de capas necesarias para desviar completamente el sonido, así como el espesor mínimo que puede conseguirse para hacer posible la aplicación y garantizar al mismo tiempo la facilidad de implantación.
Los resultados mostraron que para conseguir una invisibilidad acústica óptima se requieren aproximadamente 200 capas del “metamaterial”, si bien existe margen para utilizar materiales mucho más delgados que los que ofrece la tecnología actual. Sánchez-Dehesa comenta: “Esperamos que esta propuesta dé lugar a trabajos experimentales en el futuro que demuestren las características de estos materiales”.
Uno de las primeras aplicaciones del material probablemente será en buques de guerra, ayudando a evitar la detección mediante sónar, un dispositivo que capta el ruido que emiten los barcos. No obstante, si el desarrollo continúa al ritmo actual, podría utilizarse en salas de conciertos para desviar el ruido de los puntos problemáticos, o incluso como modo para hacer frente a los vecinos ruidosos.