Dos fragmentos de ladrillos medievales judíos, uno de ellos con una menorá o candelabro de siete brazos grabado, han sido descubiertos de forma casual en Navacepeda de Tormes, un pueblo abulense de la Sierra de Gredos. Estas piezas, que este fin de semana se expondrán por primera vez al público en el Museo de Ávila, constituyen uno de los “escasísimos” ejemplos de ladrillos con inscripciones funerarias hebreas encontrados en España, según informa Javier Castaño, experto en historia hispanojudía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Castaño, del Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo del CSIC, ha explicado a SINC que estos fragmentos “cambian nuestra percepción sobre los cementerios judíos medievales, porque hasta ahora los imaginábamos llenos de grandes estelas de piedras, y de repente aparecen ladrillos compartiendo el espacio funerario, como parece que también sucedía en los cementerios islámicos durante la Edad Media”.
El investigador ha logrado descifrar y contextualizar las inscripciones que aparecen en los dos fragmentos de ladrillo. En uno de ellos aparece parte de la expresión “según está es[crito]”, correspondiente a una fórmula introductoria de un versículo bíblico que se encuentra, por ejemplo, dentro del texto de la hascabá u oración a favor del alma del difunto. En la otra pieza está grabado un nombre de mujer: “Sara”, junto al que se sitúa el candelabro de los siete brazos. Un rasgo llamativo es el hecho de que su pedestal (yarej) está aparentemente levantado sobre dos pies, en vez de los tres preceptivos. La menorá, explica Castaño, “es un bello símbolo, central en la tradición judía, que alude a la esperanza en la restauración del culto interrumpido en el Templo de Jerusalén”.
El experto considera que estos fragmentos cerámicos “han sido descubiertos fuera de su contexto original”. En su opinión, la evidencia documental no permite establecer la presencia estable de judíos en Navacepeda durante el medievo, y añade que las piezas “deben haber sido desplazadas desde alguna necrópolis judía, quizás de una localidad del otro lado de la Sierra de Gredos como, por ejemplo, Talavera (Toledo) o Plasencia (Cáceres)”. También considera que sería interesante realizar una prospección en el lugar del hallazgo, para ver si se localizan nuevas piezas. Aunque esta acción todavía no se ha realizado, la Junta de Castilla y León ya ha enviado al arqueólogo provincial de Ávila al lugar del hallazgo para que realice una primera visita técnica de observación, y ya se han determinado las coordenadas GPS.
Por su parte, la directora del Museo de Ávila, María Mariné, califica estas piezas de “excepcionales”, porque se les puede considerar las segundas encontradas y estudiadas “científicamente” en España, tras un ladrillo localizado en 1916 a las afueras de Toledo. La directora señala a SINC que hasta ahora, en esta provincia, sólo se han encontrado laudas judías en Arévalo, que ya está estudiando Castaño, por lo que los ladrillos de Navacepeda “representan una importante testimonio material de las pujantes aljamas de Ávila capital, Arévalo, Bonilla de la Sierra, Piedrahita y Barco de Ávila”.
Los vecinos lo encontraron por casualidad
Navacepeda se encuentra próxima a estas dos últimas localidades, y el descubrimiento se produjo a principios de diciembre de 2006, cerca de un arroyo que, curiosamente, nace en unos prados conocidos como “La Menora”. El primer ladrillo, en el que aparece parte del candelabro de los siete brazos, fue encontrado por algunos vecinos del pueblo mientras buscaban musgo y piedras para el belén de la iglesia. A pocos metros del lugar del hallazgo apareció al día siguiente el otro fragmento, junto a los restos de la pared caída de un huerto. Los descubridores, además de comunicárselo a la propietaria del terreno, buscaron por internet a diversos expertos en cultura judía, y finalmente contactaron con Javier Castaño.
El experto del CSIC analizó los ladrillos, descifrando sus inscripciones y sugiriendo una datación entre la primera mitad del siglo XIV y comienzos del siglo XV. Los resultados de su estudio han sido publicados en el último volumen de la revista Sefarad, aunque el investigador señala que todavía “se mantienen abiertos muchos interrogantes”.
Una vez conocida la importancia del hallazgo, tanto el descubridor como la propietaria del terreno en el que aparecieron las piezas decidieron cederlas al Museo de Ávila, donde se han integrado en su exposición permanente. Esta semana el museo inicia una actividad denominada “La pieza del mes”, en la que el público podrá escuchar in situ una presentación comentada de sus fondos más relevantes, y que será inaugurada con los ladrillos judíos de Navacepeda.
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Referencia bibliográfica:
Javier Castaño. SEFARAD (67):1 – Pág: 221-228. ENE-JUN 2007