Descubren miniagujeros de ozono temporales en Valencia

Expertos de la Universidad de Valencia (UV), Universidad Politécnica de Valencia (UPV), la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), y el Centro Estudios Ambientales del Mediterraneo (CEAM) han estudiado 24 miniagujeros de ozono, de uno o dos días de duración, registrados durante jornadas con cielos despejados entre 2000 y 2007. Los resultados revelan que la reducción temporal de la capa de ozono –de un 9 a un 39%- puede incrementar la incidencia de la radiación ultravioleta entre un 13 y un 49%, y aumentar el riesgo de quemaduras solares.

Descubren miniagujeros de ozono temporales en Valencia
Aparatos de medición de radiación ultravioleta a nivel de suelo en el Campus Burjassot-Paterna. Fotografía: Universitat de València

"La formación de pequeños agujeros de ozono estratosférico de corta duración sobre el territorio valenciano disparan los índices de radiación ultravioleta y, al mismo tiempo, incrementan el riesgo de quemaduras solares", explican los científicos valencianos, "Las disminuciones de ozono en la estratosfera más importantes se suelen producir en invierno, a diferencia del estrechamiento de la capa de ozono en niveles de la Antártida favorecido por las emisiones de gases clorofluoruros (CFC), más habitual en otoño".

El equipo que coodina la UV descubrió la formación de 24 miniagujeros de ozono, tras analizar todas las jornadas con cielo despejado de ocho años, del período 2000-2007. Además, estos episodios de estrechamiento de la capa atmosférica protectora de los rayos solares más nocivos para los seres vivos tan sólo se extendieron entre uno y dos días, mientras que se produjeron durante los meses de invierno y también alcanzaron parte de la península Ibérica. Los resultados de este trabajo -que acaba de publicar on-line la revista International Journal of Climatology- muestran que la reducción temporal de la capa de ozono, entre un 9 y un 39%, puede aumentar la incidencia de la radiación ultravioleta entre un 13 y un 49%.

A diferencia de la reducción de la capa de ozono estratosférico –a unos 25 kilómetros de altitud- en la zona antártica, favorecida por la emisión de gases clorofluoruros (CFC) y más habitual durante el otoño (primavera austral), los miniagujeros de ozono más destacados se producen durante el invierno (casi el 60%), según las conclusiones.

Por su parte, el origen de este fenómeno se encuentra en la misma circulación atmosférica, es decir, no está determinado por la contaminación química generada por actividades humanas.

“Estos miniagujeros de la capa de ozono estratosférica, que afectan a toda la península Ibérica, son causados por la existencia de anticiclones anómalos sobre las islas Azores, que envían masas de aire de largo recorrido procedentes del Caribe hacia nuestro territorio”, argumenta el coordinador de este trabajo, José Antonio Martínez, catedrático de Física de la Tierra y Termodinámica de la Facultad de Física de la UV.

La UV estudia la radiación ultravioleta a nivel del suelo con el fin de mejorar las predicciones de los índices UV “siempre con vistas a los efectos que puedan tener este tipo de rayos sobre la salud humana, particularmente en dolencias como el eritema o quemadura solar, unos estudios que también realizamos en colaboración con el Servicio de Dermatología del Hospital General Universitario de Valencia”, apuntan Martínez y María Pilar Utrillas.

Un factor de prevenciópn de salud

La Agencia Estatal de Meteorología, a su vez, resalta que los miniagujeros de la capa de ozono en la vertical de la Comunitat Valenciana más relevantes “se detecaron entre noviembre y marzo, cuando la radiación ultravioleta es poco significativa”, afirman Jose Ángel Núñez y Jorge Tamayo. Sin embargo, “si cambian los patrones climáticos de circulación atmosférica, a causa de procesos como el calentamiento global, estos datos sobre miniagujeros serán fundamentales para elaborar mapas de predicción de riesgo y avisos especiales sobre índices de radiación ultravioleta más elevada de lo normal”, agregan Núñez y Tamayo.

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Este trabajo ha sido financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación (MICINN), a través de los Proyectos ‘GRACCIE (CSD2007-00067, CONSOLIDERINGENIO 2010 Program)’ y CGL2007-60648; mientras que la colaboración de A. R. Esteve fue posible por una beca (BES-2006-12521) del MICINN. Por su parte, el CEAM está financiado por la Generalitat Valenciana y Bancaixa.

www3.interscience.wiley.com/cgi-bin/fulltext/123456813/HTMLSTART

Fuente: UV
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