Descubren un nuevo interruptor de la respuesta inmune

En el Instituto Curie, investigadores del Inserm han descubierto un nuevo mecanismo que controla la elección en los seres humanos entre dos líneas de defensa en caso de ataque de un microorganismo. En presencia de virus o bacterias, el sistema inmunológico puede elegir entre desencadenar una respuesta que es rápida pero sin memoria, denominada inmunidad innata, o una respuesta más retardada pero dirigida más específicamente, llamada inmunidad adaptativa.

El requisito fundamental para un funcionamiento correcto de la inmunidad innata es la “activación” de la proteína PI3-quinasa. A continuación, se desencadena la respuesta inmune, lo que da lugar a la producción de interferones de tipo I, un componente de la inmunidad innata que destruye a las células invasoras del cuerpo.

Este descubrimiento abre nuevas perspectivas terapéuticas porque sugiere nuevas formas de restablecer la función de la inmunidad innata, que está sobreactivada en enfermedades autoinmunes e inhibida en ciertos cánceres.

A menudo, el cuerpo se enfrenta a ataques procedentes del exterior (infecciones víricas o bacterianas), y del interior, debido a problemas en sus propias células. La forma de defenderse del organismo es activar el sistema inmunológico. Existen dos tipos de defensa. El primero es la inmunidad innata que carece de memoria, está en guardia de forma permanente y se encarga de destruir a las células anormales, tumorales o las que están infectadas por los virus. El segundo, que tarda más tiempo en iniciarse, es la inmunidad adaptativa, centrada específicamente en un invasor. Esta respuesta requiere una fase de educación, en la que las células del sistema inmunológico aprenden a reconocer a su enemigo.

Por otra parte, las células dendríticas, los “centinelas” del cuerpo, son la primera línea de defensa contra los patógenos invasores: reconocen a los virus y bacterias y desencadenan una respuesta inmune que, dependiendo del caso, puede ser innata o adaptativa. En respuesta a un invasor, las células dendríticas plasmacitoides producen grandes cantidades de interferones, unas moléculas que desencadenan una respuesta rápida contra las infecciones víricas, o se “especializan” y se convierten en células capaces de enseñar al sistema inmunológico a reconocer a los patógenos.

El investigador Vassilo Soumelis ha descubierto cómo escogen las células dendríticas entre los dos tipos de respuesta inmune. En primer lugar, la presencia de un intruso estimula el receptor TLR de estas células. Sólo entonces el organismo elige entre los dos tipos de respuesta, se activa la ruta de señalización de la PI3-quinasa y se desencadena la respuesta inmune.

La PI3-quinasa es el interruptor que activa toda una cascada de proteínas dentro de la célula. La información sobre la presencia de un intruso en el cuerpo se transmite a su destino final en el núcleo de la célula, donde la proteína IRF-7 (factor de transcripción) modifica la expresión de genes específicos y altera el comportamiento de la célula. En este caso, la proteína IRF-7 induce la producción de interferones de tipo 1 (interferón alfa, por ejemplo), lo que provoca la destrucción de los virus y la activación de varias células del sistema inmunológico.

Soumelis explica el proceso: “La activación de la proteína PI3-quinasa es uno de los primeros pasos para la producción de grandes cantidades de interferones de tipo 1 que desencadenan o refuerzan la respuesta inmune innata”.

En ciertas enfermedades autoinmunes, como el lupus eritematoso sistémico(3) o el síndrome de Sjögren(4), la respuesta innata está sobreestimulada, lo que da lugar a una reacción defensiva anormal del sistema inmune que puede atacar a sus propias células, tejidos u órganos.

Por otra parte, en algunos tumores la respuesta innata está prácticamente ausente. Esto puede deberse a que las células cancerosas son capaces de bloquear la ruta de señalización de la PI3-quinasa.

Con este descubrimiento, los investigadores esperan desarrollar con el tiempo nuevos tratamientos para su uso contra enfermedades autoinmunes y en oncología. Así, actuando sobre la PI3-quinasa, podría ser posible adaptar la respuesta innata para inhibirla en el tratamiento de enfermedades autoinmunes y potenciarla en el tratamiento de cánceres.

Fuente: SINC
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