Fraccionar la dosis de fertilizante en tres fases de aplicación permite mejorar la calidad del trigo y limitar los efectos negativos sobre el medio ambiente. Así se desprende de la tesis doctoral que la investigadora de la UPV/EHU, Teresa Fuertes, ha presentado en la Facultad de Ciencia y Tecnología.
El rendimiento de los cultivos de trigo se ha incrementado en las últimas décadas. Concretamente, en la segunda mitad del siglo XX, la producción de grano por unidad de área se duplicó. Este incremento ha sido propiciado por el perfeccionamiento genético del cultivo, así como por la mejora de las prácticas agrarias. Entre dichas prácticas, se ha demostrado que el uso de fertilizantes nitrogenados ha permitido mejorar no sólo el rendimiento del cultivo, sino también la calidad final del trigo. Sin embargo, el empleo de fertilizantes nitrogenados tiene consecuencias negativas para el medio ambiente, ya que las plantas sólo consiguen incorporar aproximadamente la mitad de dicha sustancia; el resto se filtra a las aguas subterráneas en forma de nitrato, lo que puede resultar tóxico para el consumo humano, o se libera a la atmósfera en forma de gases nitrogenados, como el amoniaco.
En este contexto, los agricultores se ven obligados a combinar diversos objetivos: maximizar el rendimiento del cultivo y limitar los costes de producción reduciendo el impacto negativo sobre el entorno natural. Además, la calidad del trigo obtenido debe ajustarse a las demandas del mercado. En el caso del trigo harinero, que se destina a la industria panadera, la calidad viene determinada por su configuración genética y por las condiciones climáticas en las que crece, aunque las investigaciones realizadas hasta el momento prueban que un hábil manejo de fertilizante nitrogenado influye positivamente en la calidad del grano.
En su tesis doctoral, titulada Fisiología del cultivo de trigo y calidad del grano bajo diferentes regímenes de fertilización nitrogenada, la investigadora de la UPV/EHU Teresa Fuertes Mendizábal ha analizado el comportamiento del trigo ante usos diferentes de fertilizantes nitrogenados, con el fin de establecer pautas de aplicación adecuadas en lo que respecta a dosis de nitrógeno óptimas y al número de administraciones. Fuertes es licenciada en Ciencias Biológicas, y diplomada en estudios avanzados de Agrobiología Ambiental, y actualmente trabaja como investigadora contratada en el Departamento de Biología Vegetal y Ecología de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV/EHU. Su tesis doctoral ha sido dirigida por los profesores Mª Begoña González Moro y José Mª Estavillo, y realizada en colaboración con la Universidad Pública de Navarra y el instituto NEIKER-Tecnalia.
Uno de los objetivos de esta tesis presentada en la UPV/EHU es comprender mejor la respuesta fisiológica del cultivo de trigo ante el nitrógeno. A través de un ensayo de campo en la provincia de Álava, realizado con una variedad de trigo harinero denominada Soissons, la doctora Fuertes ha estudiado los procesos fisiológicos implicados en la utilización eficiente del nitrógeno por parte de la planta. Según se desprende de sus conclusiones, aplicar una dosis insuficiente de fertilizante generaría rendimientos escasos en cuanto al volumen de producción, mientras que una dosis excesiva daría lugar a problemas ambientales sin conseguir mejoras apreciables en la calidad del grano. Para la doctora Fuertes, el diseño de las pautas de fertilización nitrogenada debería tener en cuenta la fuente de nitrógeno, la cantidad a aplicar y el fraccionamiento de la dosis, es decir, en cuántas fases se aplica dicha cantidad.
La tesis de Fuertes revela que la dosis óptima que permite obtener el máximo rendimiento del cultivo de trigo, en las condiciones climáticas de Álava, se sitúa en 155 kg de nitrógeno por hectárea. También señala que dosis de fertilización iguales o menores a 100 kg por hectárea producen harinas con aptitudes insuficientes para la panificación, mientras que 140 kg por hectárea producen harinas mediocres y 180 kg por hectárea, harinas con buenas aptitudes de panificación.
Además, de acuerdo con la investigación, el hecho de repartir la dosis de fertilizante en tres aportes (en lugar de dos) no sólo permite atenuar las pérdidas de nitrógeno por filtración a las aguas subterráneas y por emisión de gas, sino que los efectos beneficiosos llegan hasta el punto de afirmar que una dosis menor, más repartida a lo largo del tiempo, es capaz de mejorar la calidad del grano. Por ejemplo, un tratamiento de 140 kg de nitrógeno por hectárea repartido en tres aportes consigue la misma calidad de harina que la aplicación de 180 kg por hectárea en dos fases.
Por otro lado, esta investigadora de la UPV/EHU ha estudiado en profundidad la influencia de la fertilización nitrogenada sobre la composición proteica del grano, llegando a la conclusión de que tiene un efecto positivo en los índices de calidad. Según Fuertes, aumentar la dosis de fertilizante o fraccionar su dosificación da lugar a harinas más fuertes, extensibles y equilibradas, es decir, más adecuadas para la industria panadera.
Finalmente, ha emprendido el seguimiento de los datos mediante ensayo de cultivo en contenedores, en los que además de simular las condiciones de campo ha podido muestrear la raíz de las plantas, algo que resulta inviable en el entorno natural.
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