El Museo de Luxor, situado cerca del Río Nilo, en el centro de la ciudad de Luxor (Egipto) cuenta desde hace unas semanas con un nuevo ataúd de gran interés histórico. La caja mortuoria cuenta con más de 4.000 años de antigüedad y se trata de “una pieza única difícil de encontrar”.
Esta pieza fue descubierta hace dos años por miembros del Proyecto Djehuty, en el que participan distintos expertos de la Universidad de Sevilla junto a otros investigadores de toda España, y data del 2.000 a.C.
El Ataúd de Iqer es una pieza singular por la época a la que se adscribe, los inicios del reino Medio, un momento agitado de la historia de Egipto, con el país saliendo de una de las crisis mas profundas de su historia. Su estilo es también muy singular: presenta una franja de decoración con un texto jeroglífico de rasgos rústicos, que bien podríamos calificar como “naif”. El colorido está por otra parte muy bien preservado.
En el interior del ataúd se encontró la momia del dueño del ataúd, que respondía al nombre de Iqer (que en egipcio quiere decir “El Excelente”), con un interesante ajuar compuesto por arcos, flechas, bastones y cerámicas.
El profesor del departamento de Historia Antigua de la Universidad de Sevilla, José Miguel Serrano, miembro de esta misión arqueológica desde hace más de una década, y codirector de la misma, afirma que se trata de una pieza “única y muy difícil de encontrar”. En la actualidad sólo se han descubierto media docena de sarcófagos de valor similar al que ya se puede visitar en las vitrinas de la sala más importante del Museo de Luxor.
“Nos sentimos muy orgullosos de este reconocimiento que nos ha brindado uno de los mejores museos de Egipto y seguimos trabajando porque estamos seguros de que aún queda mucho por descubrir”, explica el investigador.
En los últimos dos años, este grupo de expertos ha casi duplicado la superficie de excavación donde han hallado una serie de capillas funerarias y un depósito de cerámicas, también de tipo funerario, de los más grandes que se han encontrado hasta el momento. “Esto es un indicio claro de que esta zona contiene elementos muy interesantes e incluso, es probable, que hallemos nuevas tumbas que se sumarían a las cinco que ya hemos descubierto a lo largo de estos años de excavación”, concluye Serrano.