Un equipo internacional de científicos, con participación española, demuestra de manera inequívoca que la incidencia de la malaria clínica está determinada tanto por factores climáticos como por la inmunidad de la población. El estudio, publicado en la revista PNAS, resuelve el debate sobre si el clima afecta o no a la propagación de enfermedades mortales como la malaria.
La malaria es responsable de unas 700.000 muertes anuales causadas por el protozzo Plasmodium Facliparum y se transmite por la picadura de los mosquitos del género Anopheles. La fuerza de la infección varía en función de la densidad de mosquitos, su longevidad, la velocidad con la que el parásito se desarrolla dentro del vector y por la frecuencia de las picaduras. Todos estos parámetros están de alguna manera influidos por factores climáticos, sobre todo por la temperatura y la precipitación.
Para llegar a estar conclusiones, un equipo internacional de científicos, en colaboración con el Instituto Catalán de Ciencias del Clima (IC3), estudió durante 20 años dos grupos de personas que vivían en poblaciones muy próximas –separadas por 5 kms en Senegal– y que tenían diferentes niveles de endemicidad.
“Mediante el uso de nuevas técnicas de modelización matemática y de registros altamente detallados tanto de la incidencia de la malaria, de la variabilidad del parásito dentro de los huéspedes como de la población de mosquitos, demostramos cómo la influencia de la inmunidad y de los factores climáticos varía en función de la fuerza de infección”, destaca Karina Laneri, autora principal del estudio e investigadora en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Bariloche (Argentina) y del IC3 en Barcelona.
Los resultados, publicados en PNAS, demuestran así que el clima "es un factor clave de la variabilidad de la enfermedad en zonas epidémicas y por tanto puede serlo en nuevas áreas susceptibles de ser colonizadas”, asegura Xavier Rodó, autor senior del estudio y profesor ICREA en IC3.
Cómo influye la inmunidad a la propagación
A la influencia del clima se une el papel que desempeña la inmunidad de la población, que nunca llega a ser total. Sin embargo, un cierto grado de inmunidad clínica siempre se desarrolla después de repetidas infecciones.
Los individuos pueden resultar infectados y en cambio no mostrar signos clínicos. Además, se puede dar el caso de que haya individuos que se infecten con parásitos a unos niveles indetectables con el uso de métodos de diagnóstico convencionales –como, por ejemplo, el frotis sanguíneo o los kits de diagnóstico rápido–.
Los científicos utilizaron un único modelo matemático para entrever de qué forma la inmunidad influye en la transmisión del parásito del ser humano al mosquito. “De una manera muy clara, los modelos muestran cómo los individuos que están infectados pero que no presentan síntomas o, que están infectados a niveles indetectables con los métodos clásicos de diagnóstico, contribuyen de forma significativa en la población infecciosa”, añade Rick Paul, investigador del Instituto Pasteur de Paris (Francia) y coautor del estudio.
Aquellos individuos indetectables son infecciosos y, por lo tanto, más problemáticos de controlar de cara a eliminar del reservorio en humanos de la enfermedad, “que es el último estadio hacia la total eliminación de la enfermedad en la población”, advierte Paul.
Otra peculiaridad del estudio es que utiliza exactamente el mismo modelo matemático de la malaria con exactamente las mismas condiciones de partida para ajustar los datos de las dos poblaciones adyacentes.
El emplazamiento que separa los dos pueblos de Senegal –separados por 5 kilómetros– permitió a los investigadores comprobar una hipótesis de forma similar a como se hace habitualmente en el laboratorio en condiciones “casi” controladas. Un hecho sin precedentes en la investigación sobre el cambio climático y sus impactos.
Según Rodó, los efectos climáticos pueden ser casi totalmente desdeñables en algunas zonas endémicas expuestas todo el año al parásito, “por el efecto tampón que se ejerce desde los niveles de inmunidad previamente adquiridos por la población”. Y concluye: “Este hecho muestra la complejidad que existe en esta interacción entre el clima y la inmunidad en aquellas zonas donde la enfermedad hace mucho tiempo que está presente”.
Referencia bibliográfica:
Karina Laneri et al. “Dynamical malaria models reveal how immunity buffers effect of climate variability” Proceedings of the National Academy of Sciences 29 de junio de 2015